Eran las horas del tiempo más remoto
en donde el tiempo era siempre el mismo.
Las casas no existían, como tampoco la comida
ni el dinero,
ni los vestidos, éramos todos parte homogénea
del Gran Universo
y la Felicidad, la Paz y el Amor eran nuestros atributos generales.
En medio de nuestra Meditación apareció un
tumulto de polvo,
originado por los cascos de los caballos que
montaban 4 hombres perversos:
Locura, Odio, Mentira e Ira.
El gran Ulises se levantó de su abstracción
y fue a preguntarles que les traía por tan lejana Tierra.
Le degollaron, se bebieron sus sangres
y sus carnes se las dieron a sus Caballos:
Opio, Heroína, Morfina y Derivados. Cocaína…
Apolo se levantó ipsofacto
y fue en ayuda de su Hermano
y llevó igual palo
y sus restos se esparcieron por el suelo terrestre.
Los demás permanecimos impasibles
y entonces fue cuando sacaron los sables
y mataron a nuestros niños y mujeres,
después de ser vejados.
Los más viejos meditaron y los ancianos
prepararon sus cosas
para huir pero fueron alcanzados y matados
y sus partes más íntimas las colgaron del
Gran Árbol de la Vida.
En esos momentos se dieron cuenta de que
dicho árbol
daba todos los frutos y fue así como
disfrutaron de la cacería,
comiendo y bebiendo Ambrosías y licores.
De esta manera se quedaron dormidos,
y nosotros, los más viejos,
les transportamos a su lugar de Origen.
Pero volvieron y esta vez no encontraron
más que el Árbol de la Vida seco de ambrosías y licores.
Hicieron noche allí mismo. Montaron guardia
haciendo relevos
y entre relevo y relevo les metimos miedo.
Clamaron a los Dioses,
estos se enfadaron y tormentas legaron.
Salinas, Asturias, primavera de 1996